domingo, 8 de mayo de 2016

El barco





Fui con mis sueños y mis fantasías de novelas de barcos y aventuras. La fantasía es fantasía y potencia la evasión, en mi aventura no hubo nada de eso, no encontré modo de evadirme, bueno si, en un rato que me mareé y para transitar el mareo decidí fundirme con él y me dejé mecer por el mar en una profunda duermevela.

Me vine con la certeza del poder de la confianza. Confiar hace que todo fluya y las cosas ocurren y el barco zarpa y navega. Confiar en mi y en el otro, en que cada uno va a hacer su trabajo y se va a entregar a la tarea de aprender como se conduce una nave por el océano, que casi es lo mismo que conducirse una por la vida. Que a eso fui, a ver algo más de cómo dirijo mi nave. Y algo hicimos bien porque el velero navegó, salió de puerto y entró. Confiar en el no saber, en el otro, en el cansancio, en la confrontación, en la pasión, en la euforia, en el reencuentro, en el apoyo mutuo.

Y aquí estoy, cansada aún, descansando del movimiento que atrapó a cada célula de mi cuerpo en ese vaivén del Atántico.

Banda Sonora: 





4 comentarios:

  1. Siempre me he preguntado cómo será pasar el día en un barquillo como estos. Qué bien que hayas tenido la oportunidad. La brisa en la cara, el vaivén que describes...debe ser grandioso!

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  2. Grandioso y agotador. 4 días muy intensos :)

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. uf! Cuando tenía unos diez o doce años salí a navegar con el barquito de mi tío. ¡No recuerdo peor experiencia que ese mareo! Quería volver nadando al puerto :(

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