Siempre compro la vuelta en el último momento y no es la primera vez que me quedo sin billete para el horario que quiero.
Hoy además casi pierdo el tren, y la carrera final fue un horror, pero al final entré gracias a un interventor majo y dispuesto a ayudar :)
Bajar y subir a Madrid se puede llegar a hacer aburrido, pero con un mínimo de entusiasmo las cinco horas se pueden convertir en un bálsamo: mirar el paisaje que cada mes cambia, nieve en las montañas, Castilla teñida de oro, el sol en el ocaso poniéndose en la lejanía de la planicie; observar a la gente que me acompaña en el vagón durmiendo en posturas imposibles; aprovechar para leer, para dormitar, para fantasear mirando por la ventana, para escuchar música, hacer un poco de ganchillo (estos cuadrados, creo yo tan monos, son para un proyecto que tengo en la cabeza que no se si llegará a algún puerto, ver veremos)
Viajar en tren es genial. Eso si, los bocadillos de la cafetería son bastantes malos. Os recomiendo llevarlos de casa que además es más económico.
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