Vivimos en una escisión permanente. En el momento en que creímos que cuerpo y mente iban separados se lió parda y desde eso ya llovió, jeje! Cuándo enajenamos una parte de nosotros mismos siempre hay pérdidas, carencias, dolencias...
¿En que momento perdimos la unidad? ¿En qué momento empezamos a vernos incompletos?, preguntas complejas, lo se.
Rodeados de escisiones, viviendo en islotes sin conexión, lo urbano y lo rural no se han librado de esta ruptura insana. Mundos que se ignoran e incluso se desprecian; dependencias que se niegan e interconexiones latentes y subterráneas no reconocidas.
Pero la conciencia, la necesidad, los deseos de unidad, de tender puentes que abran puertas, amplíen fronteras, la creatividad y los anhelos de conocimiento y apertura, también ejercen su poder y se van haciendo fuertes y van tomando presencia.
Tener sueños, creer en la utopía, no para llegar a ella sino como mapa y brújula del camino a recorrer.
En el modelo de sociedad en que vivimos los sueños no caben y la utopía mucho menos, cabe la producción, la eficacia, el no perder el tiempo entendido como tiempo usado para ganar dinero. Tiempo perdido es el que no nos da dinero o previsión para ganarlo. Detesto la eficacia así entendida, detesto el concepto de triunfador como emprendedor que gana dinero, prefesionalizado a costa de haber vendido su alma al diablo, de haber perdido toda moral para ganar dinero, poder, estatus. Aquí todo vale, el sistema lo bendice y ya está. Puaj!
Todo esto me da por pensar...
En el modelo de sociedad en que vivimos los sueños no caben y la utopía mucho menos, cabe la producción, la eficacia, el no perder el tiempo entendido como tiempo usado para ganar dinero. Tiempo perdido es el que no nos da dinero o previsión para ganarlo. Detesto la eficacia así entendida, detesto el concepto de triunfador como emprendedor que gana dinero, prefesionalizado a costa de haber vendido su alma al diablo, de haber perdido toda moral para ganar dinero, poder, estatus. Aquí todo vale, el sistema lo bendice y ya está. Puaj!
Todo esto me da por pensar...
Y bien, entre toda esa suciedad, ese ruido repugnante y embrutecedor dónde las almas se enajenan y la desensibilización es el pan de cada día, aparecen proyectos llenos de humanidad, alma, comunicación verdadera, comunidad...entonces aparece I have a dream. Y eso pasa en casa Antonino.
En realidad I have a dream fue creado por la artista Shweta Bhattad y a partir de ahí empieza a recorrer el mundo, Italia, Taiwan, Japón, Holanda, Canadá, Gijón...para finalmente presentarse todo el material audiovisual creado, durante la Vancouver Biennale. Bueno, toda la información la tenéis aquí y también en su facebook, dónde podéis ver fotos del día de la siembra colectiva. Un día precioso dónde sembramos, compartimos saberes y comida, a la sombra de los manzanos disfrutamos de uno de los últimos días de verano. Habrá más encuentros para ver crecer lo sembrado, que no solo se siembran semillas, se siembran lazos, historias, proyectos, comunidades...
Banda Sonora: