Yo nunca tuve una facilidad tremenda para hablar, muchas veces me callo porque sé que me atasco, que no encuentro la palabra adecuada, lo que llaman el efecto punta de la lengua. Me pasa desde siempre pero últimamente estoy a tope con el asunto. Dicen que con la edad se agrava y eso me preocupa, no quiero quedarme incapaz tan pronto, jaja!
Según parece un adulto de educación media tiene en su vocabulario activo unas treinta mil palabras, ¡como para encontrar la palabra justa!. Usamos procesos de recuperación léxica totalmente automatizados y es obvio que a mi esos procesos me fallan de toda la vida, yo creo que nunca funcionaron en condiciones. ¿Cómo seleccionamos y producimos las palabras? Es un asunto complejo y hay varias teorías que pretenden explicar este tema. A los conexionistas les encanta dibujar "redes neuronales" como metáfora cerebral, nodos que se conectan o desconectan. que se activan o desactivan en función entre otras cosas de su uso. Estoy haciendo una simplificación supina, pero esto no es un estudio de psicología del lenguaje, una de las cosas más aburridas que me ha tocado estudiar.
Mi problema, dicen, es un fallo en la activación fonológica una vez que se activa la representación semántica correspondiente, prefiero pensar que es por un exceso de demanda (le pasa también a muchos estudiantes), que por vejez.
Y eso que nos hacemos mayores. El sábado tuve reunión familiar con mis primos, un clásico del verano. Ya no somos los jóvenes de antaño, las generaciones mozas ya ocupan el espacio que antes ocupábamos nosotros y nosotros el de nuestros padres, pero nosotros no nos lo acabamos de creer, nos sentimos aún jóvenes y nos cuesta ver a nuestros padres como abuelos, pero es así, el tiempo pasa inexorablemente y aunque me siento joven y me conserve bien, ya pasé de los cuarenta con todo lo que eso conlleva.
La demanda o mejor dicho el exceso de demanda. Yo lo voy a llamar "tengo la cabeza como un bombo" de todo lo que quiero hacer o "no me centro ni de coña". Tanto ejercicio de atención plena, lo que antes se llamaba meditación en toda regla, !para nada! No, hay tiempo para todo, para estar centrada y para andar atolondrada, aunque esto segundo se me da bastante mejor. Ya sabemos que el verano llama al extravío. Parece que ahora va tocando un poco de orden y creo que necesito reconducir mi atención, por mi bien y el de los que me rodean. Hay que decir adiós por un tiempo al estado vacacional infinito.
Espero que esta gripe incipiente no vaya a mucho más y me ayude a ponerme un poco en mi sitio, lo que se suele llamar "centrarse".
Buen día y al que le queden aún vacaciones que las disfrute y se abandone a ese estado maravilloso de abandono hedonista infinito.